El perro puede tener una capacidad inigualable para fomentar determinadas actitudes y valores en la infancia.
Una mascota puede contribuir a despertar los valores de la responsabilidad, compasión y empatía, y favorecer la comunicación, la autoestima y la manifestación de emociones y sentimientos a los niños y ser buenos compañeros.
La forma en que un niño sin conocimientos se aproxima a un perro puede, en muchas ocasiones, ser inadecuada, ésto puede dar lugar a malentendidos o respuestas caninas de evitación.
La mayoría de los ataques de perros tienen lugar en el propio hogar, y se dan entre las mascotas y los propios miembros de la familia con la que conviven.
El proceso educativo es bidireccional. Por una parte, el perro debe ser acostumbrado a la presencia de niños y a la manipulación física. Por otra, y más importante, el niño debe de recibir formación sobre cómo tratar e interactuar con el perro, y nunca se le debe infundir miedo, aunque hay que ser consciente del peligro que puede entrañar un comportamiento inadecuado.
La buena educación canina y de los niños es fundamental para la confienza y el afecto en la vida familiar.
Publicado por: Celia Victoria Rodríguez Utrera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario